¿Tus hijos están metiéndose coca por los ojos?
Profundizando en lo que me contó el señor Perales
El mundo ha cambiado mucho, y cada vez es más común ver un niño pequeño en un carrito jugando con un móvil o una tablet.
Y claro, ante tanto cambio y tanto titular alarmista del tipo “las pantallas son tan adictivas como la coca”, pues lo normal es que la gente se alarme.
Pero, ¿es correcto hablar de adicción en este contexto? José César Perales, catedrático de la Facultad de Psicología de la Universidad de Granada, nos ofrece una perspectiva enriquecedora y matizada sobre este tema que ha dado tanto que hablar últimamente.
¿Qué es realmente una adicción?
Para empezar, es fundamental entender qué significa ser adicto.
La adicción no es simplemente hacer algo mucho, sino hacerlo tanto que pierdes el control y afecta negativamente tu vida.
Imagina que eres un jardinero que ama su trabajo.
Si pasas muchas horas al día en el jardín, y dedicas gran parte de tu tiempo libre a las plantas, ¿se puede decir que te hayas vuelto adicto a regar los rododendros?
No es tan sencillo.
En el caso de los dispositivos digitales, la adicción no se centra en el tiempo frente a la pantalla, sino en cómo ese tiempo impacta y desplaza otras áreas importantes de tu vida.
Adicciones sin Sustancia: Más allá de los Químicos
Las adicciones tradicionalmente se han asociado con sustancias como el alcohol o las drogas. Sin embargo, en el mundo moderno, surgen nuevas formas de adicción sin sustancia, como el juego patológico o, más recientemente, el uso excesivo de videojuegos y redes sociales.
Estas "adicciones" son diferentes, ya que no hay una sustancia química involucrada, pero pueden tener un impacto significativo en la vida de las personas.
El Móvil: ¿La coca del siglo XXI?
Decir que somos adictos a los móviles es como decir que somos adictos a las cucharas porque las usamos para comer helado en exceso.
El móvil es una herramienta, y lo importante es cómo la usamos. Podemos usarlo para mantenernos conectados, informados, y entretenidos, pero también puede convertirse en un escape excesivo de la realidad.
La clave está en el equilibrio y en cómo estas actividades digitales afectan nuestra vida diaria.
Tiempo de Pantalla vs. Calidad de Vida
Contrario a lo que se podría pensar, no hay una relación directa entre el tiempo que pasamos pegados a la pantalla y el malestar que esto podría causar.
Al igual que una persona puede disfrutar de leer libros durante horas sin que esto sea un problema, otra puede pasar el mismo tiempo en redes sociales o jugando videojuegos sin que ello implique una adicción.
El problema surge cuando estas actividades digitales comienzan a desplazar aspectos esenciales de nuestra vida, como las relaciones personales, el trabajo o la salud.
Es decir, tú puedes pasar “muchas” horas al día con el móvil, pero pueden ser cosas ultra-útiles y funcionales, y que a la vez también dediques tiempo a tus amigos y tu familia y hacer los deberes de clase.
Redes Sociales y Videojuegos: ¿Parte de una Vida Social Saludable?
Las redes sociales y los videojuegos no son inherentemente malos. De hecho, pueden ser parte de una vida social saludable.
Os lo dice un psicólogo que todos los inviernos se enchufa a re-jugar a Skyrim, un juego de estos de espadas y magia y matar dragones.
Y creo que soy una de las personas más productivas que conozco, haha.
Imagina las redes sociales como una gran fiesta donde interactúas con amigos y familiares. Es un espacio para compartir, reír y mantenerse conectado.
Sin embargo, si esta "fiesta virtual" comienza a ser tu única forma de interacción social, dejando de lado las relaciones cara a cara, podría convertirse en un problema.
La Vida Online y Offline: Un Espejo de Nuestra Realidad
La distinción entre la vida online y offline se está volviendo cada vez más borrosa. Lo que hacemos en el mundo digital a menudo refleja y afecta nuestra vida en el mundo real.
Por ejemplo, un adolescente que usa su móvil para chatear con amigos después de la escuela simplemente está extendiendo su interacción social a otro medio.
Es decir, si le prohíbes usar el móvil, en realidad le estás prohibiendo compartir cosas con sus amigos en su tiempo libre.
Por ejemplo, Adam Mosseri, el CEO de Instagram, comentó hace unos meses que una de las funciones con las que más tiempo pasa la gente es la de los los DMs (los mensajes privados, el chat).
Lo que ocurre ahí es que la gente ve vídeos y posts, y comparte por privado con sus amigos los que más les gustan. Y eso actúa de “ice-breaker”, rompe el hielo e inicia una conversación.
Es decir, son simplemente una excusa para hablar más con los amigos.
Por ejemplo, mi novia me manda un millón de reels por los privados de instagram, cosas que le han hecho gracia y sabe que me harán gracia a mí también (y acierto el 98,5% de las veces).
Prohibir los Móviles: ¿Solución o Simplificación?
La idea de prohibir los móviles a adolescentes ha ganado popularidad en algunos círculos. Sin embargo, esta medida puede ser una simplificación excesiva de un problema complejo.
Es como intentar curar un dolor de cabeza cortando la cabeza. La tecnología es parte integral de nuestro mundo, y en lugar de prohibirla, deberíamos aprender a integrarla de manera saludable en nuestras vidas.
Educación y Supervisión en el Uso de la Tecnología
La clave para un uso saludable de la tecnología no es la prohibición, sino la educación y la supervisión.
Los padres y educadores juegan un papel crucial en enseñar a los jóvenes cómo usar la tecnología de manera responsable.
Esto no significa solo limitar el tiempo de pantalla, sino también entender y participar en el mundo digital de los jóvenes. Es un proceso de aprendizaje mutuo, donde tanto padres como hijos pueden aprender el uno del otro.
El problema es que hay muchas familias que se han quedado muy atrás en esto, no entienden la tecnología, les da miedo, y lo mejor que se les ocurre es prohibirlo, pensando que eso solucionará todos sus problemas.
Lo que de verdad da miedo a muchos padres es sentarse a hablar con sus hijos sobre el uso del móvil, entender su uso, poner límites o negociar.
El Impacto de la Tecnología en Nuestra Salud Mental
La relación entre el uso de dispositivos digitales y la salud mental es compleja y bidireccional.
Por un lado, ciertos comportamientos en línea pueden ser síntomas de problemas subyacentes.
Por ejemplo, una persona obsesionada con su imagen puede usar las redes sociales para buscar constantemente validación, lo que a su vez puede exacerbar su ansiedad y preocupaciones. Es como mirarse en un espejo distorsionado: lo que ves reflejado amplifica tus inseguridades preexistentes.
Redes Sociales: Un Reflejo de Nuestras Vidas
Las redes sociales pueden actuar como un amplificador de nuestras vidas reales. Si alguien está luchando con problemas de autoestima o relaciones interpersonales, es probable que estos problemas se manifiesten también en su comportamiento online.
Es importante recordar que lo que vemos en las redes sociales es solo una parte de la historia, como ver solo la punta de un iceberg.
La Tecnología como Herramienta, No como Sustituto
Una idea clave es que la tecnología debe ser una herramienta, no un sustituto de la vida real. Si usamos nuestros dispositivos para mejorar o facilitar nuestras vidas (como usar un GPS para la navegación), están sirviendo su propósito.
El problema surge cuando reemplazan aspectos esenciales de nuestra existencia, como las interacciones cara a cara o las experiencias en el mundo real. Imagina que prefieres enviar mensajes de texto a alguien en la misma habitación en lugar de hablarle; aquí es donde la tecnología cruza la línea de ser útil a ser un obstáculo.
Estableciendo Límites Saludables
Establecer límites saludables es crucial. Esto no significa necesariamente limitar el tiempo de pantalla a una cantidad específica de horas, sino ser consciente de cuándo y cómo usamos la tecnología.
Por ejemplo, podríamos decidir no usar nuestros teléfonos durante las comidas familiares o antes de dormir.
Es como tener un "dieta digital": no se trata de eliminar completamente la tecnología, sino de consumirla de manera que sea saludable y equilibrada.
Creo que ese enfoque se explica muy bien en el libro Minimalismo Digital.
La Educación Digital: Un Enfoque Proactivo
La educación digital es esencial, especialmente para los más jóvenes. En lugar de simplemente prohibir ciertas aplicaciones o dispositivos, es más efectivo enseñar a los niños y adolescentes cómo usar la tecnología de manera responsable.
Esto incluye entender los riesgos potenciales, como la privacidad en línea y el ciberacoso, así como el valor de la interacción en el mundo real.
Por ejemplo…
En mi opinión personal, hay poquísimas razones para que un chaval de 7 u 8 años tenga móvil propio.
Veo una aberración que se le dé un móvil a un niño pequeño, dale una pelota o un muñeco o un cubo de rubik, lo que sea menos un móvil, porque no le corresponde.
Y para chavales de 13 o 14 años… pues si son maduros, probablemente puedan tener un móvil con acceso a internet, pero ni de coña deberían poder hacerse cuenta en las redes sociales (hay formas bastante sencillas de bloquear esas apps para que no puedan acceder por mucho que lo intenten).
La Tecnología y el Bienestar: Un Equilibrio Dinámico
Encontrar un equilibrio entre el bienestar y el uso de la tecnología es un proceso dinámico y personal. Lo que funciona para una persona puede no ser adecuado para otra. Es importante hacer un autoexamen regular de cómo nuestro uso de la tecnología afecta nuestras vidas.
¿Nos sentimos más conectados o aislados? ¿Está mejorando nuestra calidad de vida o la está disminuyendo?
Conclusión: Navegando en la Era Digital
En conclusión, la "adicción" a los dispositivos digitales es un tema multifacético que requiere una comprensión profunda y matizada.
Al igual que un navegante que usa una brújula para encontrar su camino, debemos usar la tecnología como una guía para mejorar nuestras vidas, no como un ancla que nos arrastra hacia abajo. En última instancia, el objetivo es encontrar un equilibrio saludable donde la tecnología enriquezca nuestras vidas sin dominarlas.
Si te interesa este tema, mírate la charla que tuve con José César Perales, que está genial.